Análisis Literario " Los Brujos De Ilamatepeque"










ANÁLISIS LITERARIO
LOS BRUJOS DE ILAMATEPEQUE
RAMÓN AMAYA AMADOR

Maria Johana pineda (200821310014)
Angélica Maria escobar (201820010113)
Arnold Joel acosta (20143004051)
Jensi patricia Leiva (201820010114)
Karla Lizeth Velázquez (201820120026)
Moises David Gomez (201610020082)
Samari Nicolle Rodriguez (201810010028)
Sonia Yamileth Carvajal (201810010337)

Catedrática
 Érika Vanessa Hernandez


Universidad Tecnológica de Honduras,
Área de español y literatura
 San Pedro Sula Cortes 11 de Julio de 2018












ÍNDICE


                                                                                                       Pag.


Introducción…………………………………..........................2                                        
Biografía…………….......…………………………………………..3-6

Marco Histórico………………………………………………….....7

Cronología……………………………………………………….........8

Sinopsis……………………………………………………………………9

Argumento……………………………………………………….10-11

Personajes...........................................................12

Temas y Problemática........................................13

Tiempo.................................................................14

Espacios….…………………………………….......................15

Recursos Literario...............................................16

Figuras Literarias................................................17

Conclusiones……………………………………………………….18

Bibliografía…………………………………………………………..19













INTRODUCCIÓN

En el presente informe encontrará un análisis literario del libro los brujos del Ilamatepeque, escrito por Ramón Amaya Amador, escritor y periodista hondureño educado en la ciudad de La Ceiba, quien comenzó su obra y aprendizaje trabajando en unas plantaciones bananeras ubicadas en la ceiba, de allí su motivación para escribir obras con un enfoque a los grandes conflictos de su época, así como su solidaridad e identificación con los intereses de los más pobres de su tierra. Los brujos de Ilamatepeque es un libro de interés para aquellos que sustentan principios revolucionarios y democráticos, es un libro dedicado a esa juventud que hoy exige un urgente cambio de rumbo en el país, luchando en las calles, colegios; y universidades junto al pueblo en resistencia contra las retrógradas instituciones que nos mal gobiernan.













BIOGRAFÍA DEL AUTOR




Ramón Amaya Amador nació en el municipio de Olanchito, Yoro, el 29 de abril de 1916, siendo sus padres Isabel Amaya y Guillermo R. Amador. Falleciendo trágicamente en Checoslovaquia en 1966, dejando a su paso una estela de obras publicadas e inéditas.
Después de trabajar como peón en los campos bananeros de la costa norte inició su carrera de cuentista y su narración “La nochebuena del campeño Juan Blas” salió a luz pública en el número 15 de la revista ANC, órgano de la Asociación Nacional de Cronistas, editada en Tegucigalpa y correspondiente al 31 de diciembre de 1939.
Ramón Amaya Amador, narrador y periodista, es uno de los más prolíficos escritores del país y quien tiene más obras publicadas: Prisión Verde, Amanecer, El Señor de la Sierra, Los Brujos de Ilamatepeque, Constructores, Destacamento Rojo, Operación Gorila, Cipotes, Con la misma herradura, Bajo el signo de la paz, El camino de mayo, Jacinta Peralta, Cuentos Completos y Biografía de un machete permaneciendo inéditos casi veinte libros más.

Ramón Amaya Amador inició su vida periodística en 1941 como redactor, primero, y como jefe de redacción, después, del periódico El Atlántico, de La Ceiba, fundado y dirigido por Ángel Moya Posas. Posteriormente, el 8 de octubre de 1943, Ramón Amaya Amador fundó en Olanchito, con Dionisio Romero Narváez, el semanario Alerta, contando con la valiosa colaboración de su compañero Pablo Magín Romero.



Exilio

El escritor abandonó su patria en 1944 debido a la persecución del cariato, radicándose en Guatemala, en donde trabajó como editorialista de Nuestro Diario, durante el régimen democrático del doctor Juan José Arévalo, entregando también sus colaboraciones al Diario de Centro América, El Popular Progresista y Mediodía. A la caída del gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán, nuestro compatriota se asiló en la sede de la Embajada Argentina, viajando a aquellanación del sur. En Buenos Aires laboró en la editorial “Ariel” y en Sarmiento, un periódico de educación popular, editado en la ciudad de Córdoba.
El 19 de mayo de 1957, Ramón Amaya Amador retornó a Honduras, acompañado de su esposa Regina Arminda Funes, originaria de Córdoba, Argentina; en ese año ingresó a la redacción del diario El Cronista, de Alejandro Valladares, y fundó en Tegucigalpa, con Luis Manuel Zúniga, la revista Vistazo.
El Círculo Literario Hondureño le rindió un homenaje en el Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma en Tegucigalpa el 11 de noviembre de 1958, interviniendo en el acto el rector Lisandro Gálvez y los estudiantes universitarios Rafael Leiva Vivas, J. Delmer Urbizo y Oscar Acosta.
En esa oportunidad, Ramón Amaya Amador leyó un extenso discurso de agradecimiento en el que afirmaba que era la primera vez que en su patria recibía una honrosa distinción por sus trabajos en las letras y en la cultura. Este documento puede considerarse como su testamento literario.
El 19 de abril de 1959 abandonó Tegucigalpa junto a su esposa Arminda y sus pequeños hijos: Aixa Ixchel y Carlos Raúl, para radicarse en Praga, Checoslovaquia, integrando la plana de redacción de la revista Problemas de la Paz y el Socialismo.

Muerte
El 24 de noviembre de 1966, en las cercanías de Bratislava, se accidentó el avión soviético Ilushyn-18, de la línea aérea búlgara Tabso, pereciendo todos sus ocupantes, entre ellos Ramón Amaya Amador y tres compañeros de trabajo en la revista que hemos mencionado: el brasileño Pedro Motta Lima, el argentino Alberto Ferrari y el japonés Sigho Kadzito.
Once años después y tras arduas gestiones iniciadas por el poeta Hondureño Oscar Acosta (en ese entonces Embajador de Honduras en España) y que duraron cuatro años, se logró la repatriación de los restos mortales de Ramón Amaya Amador los que fueron enviados de Checoslovaquia a Madrid y luego trasladados a Tegucigalpa en septiembre de 1977, permaneciendo la urna con las cenizas de Amaya Amador en la Sección Colección Hondureña de la Biblioteca de la UNAH.
La comisión encargada del traslado estaba integrada por Oscar Acosta; Rigoberto Paredes, Jefe del Departamento de Letras y Lenguas de la Universidad Nacional de Autónoma de Honduras; Héctor Hernández, Presidente del Sindicato de Trabajadores de la UNAH; Alejandro Gutiérrez, Secretario General de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras, y Livio Ramírez Lozano, Agregado Cultural de la Embajada de Honduras en Madrid.
Sin embargo, la repatriación de los restos no impidió que durante casi una década más, sus obras fueran perseguidas. Debieron transcurrir otros catorce años para que el archivo principal con las obras inéditas de Ramón Amaya Amador escritas en su largo exilio pudiera regresar a Honduras.
En abril de 1991, en un acto solemne en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, el Presidente de la República, Lic. Rafaél Leonardo Callejas, recibió a nombre del pueblo de Honduras, más de veinte títulos inéditos que fueron repatriados desde la Casa de las Américas, La Habana, Cuba a donde fueron llevados desde Praga, Checoslovaquia.
Esta vez las gestiones iniciadas por Carlos Amaya Fúnez, hijo del escritor, fueron respaldadas por una comisión integrada por Oswaldo Martínez y Neptalí Orellana de Radio Progreso, Juan Ramón Durán, Director de la Escuela de Periodismo de la UNAH, David Romero de Diario Tiempo, Adelma Argueta, Diario La Prensa y el Dr. Víctor Ramos; quienes lograron el apoyo del gobierno de la República para agilizar y facilitar el traslado de las obras.
Ocho años después, y treinta y dos después de muerto, su pueblo y su gente se movilizaron para llevar a su definitiva morada las cenizas del notable escritor de Olanchito.
Una comisión de olanchitos presidida por el Prof. Esaú Juárez González e integrada por el Prof. Fabio Bernardino Cárcamo, Director de la Casa de la Cultura de Olanchito, Juan Carlos Medina, Vicepresidente del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Standard Fruit Company; José Luis Bardales Cano; Rony Javier Cruz; Gustavo Sosa Martínez; Fernando Mac Lean; Geovana Spears; Santiago Manzanares; Raúl Cortes y Eduardo Manuel Cruz Martínez; organizó el retorno que tuvo lugar el 19 de mayo de 1999.
Desde 1966 se ha escrito mucho sobre la vida y obra de Ramón Amaya Amador, entre los que podemos mencionar a Dionisio Romero Narváez, el Prólogo de Longino Becerra aparecido en la 2ª edición de Prisión Verde, el ensayo biográfico de Max Sorto Batres, publicado por el Ministerio de Cultura y Turismo en 1990, y la extensa y documentada biografía realizada por su paisano Juan Ramón Martínez, que apareció bajo el sello de la Editorial Universitaria de la UNAH en 1995.












MARCO HISTÓRICO

"Amaya Amador ensaya por primera vez la modalidad histórica de la novela. Su lectura tiene la virtud de trasladarnos a un hecho trágico de la historia centroamericana: la caída de la revolución morazanista y el retorno de la 'reacción inquisitorial' a nuestros países, cuyas sombras espesas aún hacen sentir sus efectos paralizantes"
El ambiente de este cuento es rico-pobre; Cipriano y Doroteo Cano, junto a toda la población de Ilamatepeque representan la gente pobre, y Gervasio Lázaro, Antonio Tróchez, Juan Anteportam, y la gente que está a cargo de manejar el pueblo, representan el sector rico. Se podría decir que también el ambiente es favorable-hostil porque para los que están a cargo, como el alcalde y su gente, todo lo que pasa políticamente en el país les favorece a ellos, y es hostil para la gente pobre, aunque no sean lo suficientemente capaces de reconocerlo como lo hacen los Cano. 
"Narra el trágico sino de los dos ex-soldados de Morazán que sucumben ante la ignorancia y la reacción oligárquica del pueblo en que viven; el sometimiento forzado, la inutilidad en definitiva del gesto liberador (intento de alfabetización popular emprendido por los Cano), el planteamiento y el mensaje político-social, están plasmados rotundamente en la obra".









CRONOLOGÍA
Esta obra basada en el año de 1842 cuando Doroteo y Cipriano, conocidos como: hermanos Cano; dos campesinos morazanistas, que siendo acusados de brujos   por el régimen y la iglesia, atados al monumento de la Cruz del Perdón, fueron dilapidados hasta masacrarlos, a que el habitante de aquel pequeño pueblo, que no les lanzara siete pedradas correría la misma suerte.










SINOPSIS
Ramón Amaya Amador nos narra la historia de dos de los muchos humildes campesinos que participaron en las batallas lideradas por Francisco Morazán en busca de la unidad de los pueblos centroamericanos. Y que al regresar a su municipio de origen quisieron contribuir con el progreso de su pueblo, en particular de la juventud.

Ese deseo de superación fue el motivo por el cual la “reacción inquisitorial”, encabezada por el cura, el alcalde y los notables del pueblo, los acusó –aprovechándose de la ignorancia y la supersitición popular– de herejes, de tener pacto con el diablo, y de haber echado una maldición de enfermedades y muerte contra los pueblos . Motivos suficientes para fusilarlos.

Al escribir esta novela Amaya Amador consideró que sería de “interés para aquellos que sustentan principios revolucionarios y democráticos” y la dedicó a “la juventud de Honduras”. Esta nueva edición de Los Brujos de Ilamatepeque va dedicada para esa juventud que hoy exige un urgente cambio de rumbo en el país, luchando en las calles, colegios; y universidades junto al pueblo en resistencia contra las retrógradas instituciones que nos mal gobiernan.









ARGUMENTO
El 4 de abril de 1843, a las cuatro de la tarde, fueron fusilados en la plaza pública del municipio de Ilamatepeque o Ilama, departamento de Santa Bárbara, Cipriano y Doroteo Cano. Ambos habían sido acusados de ejercer la magia entre las gentes del pueblo y de tratarse con el Demonio, por lo cual tenían la capacidad de convertirse en animales para efectuar sus desafueros contra los lugareños, así como de introducirles tortugas en el estómago a sus enemigos para matarlos. Las acusaciones fueron presentadas ante la augusta autoridad pueblerina, el alcalde Gervasio Lázaro, quien, instigado por los notables de la comarca, sobre todo el señor cura, les formuló un juicio sumarísimo y los llevó al paredón de fusilamiento. La sentencia, desenterrada en 1901 por el escritor Tobías Rosa, incluía no sólo la supresión de la vida de los "réprobos" y "herejes", sino también el escarnio de sus cadáveres en las calles del villorrio. Asimismo, para enseñanza de los habitantes de la comarca, el documento ordenaba propinarles cien zurriagazos a quienes eran considerados como discípulos de los "brujos" en una escuela que éstos habían organizado con el fin de alfabetizar a sus coterráneos.

Como era de esperarse en un pueblo remoto de la Honduras del siglo XIX, aquella bárbara sentencia se ejecutó al pie de la letra, sin cambiarle ninguna tilde. Un ilamatepequense honesto y sensato que, bebiéndose el aire, fue hasta la cabecera departamental para poner en conocimiento de las autoridades superiores la ejecución de tamaño desaguisado, no pudo llegar ni volver a tiempo para impedir el crimen. Cuando la comisión nombrada al efecto se hizo presente en llama con el propósito de exigir la entrega de los prisioneros, éstos se encontraban ya bajo tierra en una colina de las proximidades, aledaña a la majestuosa corriente del río Ulúa. A causa de eso, y en vista de que se trataba de un crimen colectivo, todo el pueblo devino enjuiciado como homicida. Fue hasta enero de 1847, cuando, gracias a las diligencias del representante de Santa Bárbara en el Congreso, Saturnino Bográn, dicho expediente fue suspendido bajo la tesis de que fueron la "ignorancia" y la "superstición" las principales promotores del asesinato. Por supuesto, el Decreto respectivo contiene una seria advertencia para los aldeanos: "si bien el Soberano Cuerpo ha podido inclinar su paternal benevolencia para apartarlos del condigno castigo a la ejecución de un hecho que la ley condena, es precisamente con la condición de sucesiva enmienda y de la formal protesta de vivir subordinados y sometidos a su rígida y puntual observancia". Según los informes dados por los mismos Cano, han acompañado en sus correrías de Gualcho, La Trinidad, San Pedro Perulapán, Guatemala y Costa Rica al bandido de Chico Morazán.

Sin embargo, el asesinato de aquellos campesinos de Ilama no fue exactamente el producto de la "ignorancia" y la "superstición", como piadosamente estableció la Cámara de Diputados para decretar el indulto en favor de todo el municipio. Ignorantes y supersticiosos eran, sin duda alguna, amplios sectores de aquel pueblo, pero no puede afirmarse otro tanto del alcalde, Gervasio Lázaro; el escribano, Juan A. López; el cura y los jefes de las principales familias de la comarca. Estas personas conocían las ideas democráticas y revolucionarias de los encausados, dada la participación de los mismos en el ejército de Morazán, y, como entonces se vivía lo que Ramón Rosa llamó "el triunfo de las fuerzas inquisitoriales", aquellos hombres estaban condenados a morir para expiar el crimen de haber seguido a su jefe en el intento de transformar las caducas instituciones sostenidas por la aristocracia centroamericana y los sectores más recalcitrantes de la iglesia. La ignorancia y la superstición fueron solamente el instrumento de aquel asesinato, pero detrás de ellas estaba la acción consciente de los enemigos de la causa morazanista. Por eso, el último considerando de la brutal sentencia, dice: "que, según los informes dados por los mismos Cano, han acompañado en sus correrías de Gualcho, La Trinidad, San Pedro Perulapán, Guatemala y Costa Rica al bandido de Chico Morazán, ultimado recientemente para beneficio de Centroamérica por los patriotas de Costa Rica; y que, siendo dicho Morazán enemigo de nuestro país, son también considerados como tales los que acompañaban aquel tiranuelo nefasto."













PERSONAJES

Principales:   Cipriano Cano, Doroteo Cano
Secundarios:            Los miembros de “El Colegio,” Gervasio Lázaro, Rogelio Lázaro, Eulalia Duran, Juan Anteportam, Tuerto Simón, Cándida Duran,
De fondo:                   Francisco Morazán, Tata-Cura, Raca carraca, Marco López, Chebo      
                                     Berdugo, miembros de “El Colegio” que vienen de Chinda

Otros personajes:
·         Antonio Tróchez, Síndico Municipal
·         Pedro Cano, primo de los cano
·         Narcisa López
·         Tio Chilo
·         Ña Lupa
·         María
·         El tio Joaquin Montoya
·         Lucas, Serafin y Cristobal (Los tres macacos)
·         Juan González (El Herrero)
·         Fulgencia y Tobías Cortéz
·         Casimiro Cortéz








TEMAS Y PROBLEMÁTICA
Ramón Amaya‑Amador recoge en su novela "Los Brujos de Ilamatepeque" uno de los tantos hechos brutales que se cometieron contra los morazanistas después de la caída de su jefe en San José de Costa Rica. Cuando ese acaecimiento tuvo lugar, desempeñaba la Presidencia de la República de Honduras el ex‑sacristán Francisco Ferrera, quien en las primeras etapas de su vida política fue un excelente soldado de la Revolución morazanista, pero que, posteriormente, a partir de 1833, se vinculó a la más cruda reacción centroamericana para terminar convirtiéndose en un acérrimo enemigo de las transformaciones impulsadas por Morazán. Al describir la conducta de Ferrera como gobernante de Honduras, Ramón Rosa se expresa en la siguiente forma: "obró como militar y político, pero también como tirano despiadado; sembró el terror; una sola sospecha bastaba para producir la persecución o la muerte; el patíbulo estaba a la orden del día; allí fueron inmolados patriotas generosos, acreedores al perdón; corrían por doquier arroyos de sangre y raudales de lágrimas". Dos de esos "patriotas generosos" fueron los Cano, quienes tuvieron la desgracia de retornar a Honduras cuando el sacristán de Cantarranas había creado tales condiciones en el país que el alcalde de Ilamatepeque se consideró con suficiente autoridad para fusilar a estos dos morazanistas leales e inofensivos.














TIEMPO
El tiempo en el que se desarrolla la historia, es en la época post morazanica, los hombres que lucharon al lado del General Francisco Morazán Quezada regresaban a sus casas, luego de que su líder fuera asesinado después de ganar la batalla de la Trinidad en Costa Rica.
La historia se cuenta en el año 1843, un año después de la muerte de Morazán. Es un tiempo de crisis social en Honduras; de mucha desigualdad. Es una historia narrada de forma lineal ya que presenta su narrativa desde el pasado, presente y futuro.

Narrando un hecho real de dos soldados de una época antigua del siglo XIX en ambiente de conflictos de poder que se daban en Centroamérica en una cultura religiosa donde predominaba e catolicismo y eran regidos por las decisiones de orden militar de la sociedad.








ESPACIO
Espacio Físico
Llevándose a cabo en un país de Centroamérica de nombre Honduras en un pequeño pueblo llamado Ilamatepeque de Ilama Santa Bárbara.

Espacio Psicológico
Según la narración de la novela se vive un ambiente de superstición, odio y aborrecimiento del pueblo hacia los personajes.


Espacio Social
Los habitantes del pueblo pertenecían a un nivel socio-económico medio bajo con pensamiento religioso cerrado y presentando una cultura grupal muy colaboradora entre sí como en la época indígena, pero con presencia de cierto grado de ignorancia y comunismo primitivo.













RECURSOS LITERARIOS
·         Pero muchas gentes deben haber "pelado el ojo".
·         Eso sí, manito, aunque aquí, a lo mejor, ni "la pelona" pasa.
·         Sepa macho. Los hombres son piedras que andan, pero siempre vuelven a su cerro.
·         ¡Ah! ¿Son los Canito? ‑exclama una de las lavadoras de maíz, asustada‑ ¡Válganos la Virgen de los Desamparados! ¡El "Coludo" viene con ellos!
·         ¡Codo! Aquí se supo que eran de los que andaban con el tal Chico Morazán, a quien Dios tenga en los avernos.
·         No hay que hablar así; nadie sabe de dónde vienen y ya vos estás con la lengua larga.
·         No se preocupe por nosotros -dice Doroteo- aquí traemos algunas cositas para echar a la tripa.
·         ¡Si no fuera que estás embrujada – dijo Cándida, colérica – te sacaría la lengua!
·         Dicen que en las noches vienen a ese tal Colegio docenas de ¨Coludos¨y que hacen fiestines comiendo muertos.
·         Es que ya estamos viejos – se disculpa sonriente, Pedro – y la gente, entre más vieja, mas pendeja.
·         ¡Tomá, tomá! ¡Te voy a hacer lo que querrás mejor!
·         ! Te voy a sacar la lengua y el ¨sontín¨ a palos por burra!














FIGURAS LITERARIAS
Se hizo uso de la Hipérbole en el libro de Brujos de Ilamatepeque, para poder destacar de manera objetiva y sencilla, la variabilidad de lo que en verdad es una enseñanza tal como la expresada en el contenido, sin embargo la idea concreta es la de poder conocer la realidad de manera concreta, es decir lo ocurrido en esa época en donde estar en contra del sistema político, social y religioso era un delito penado incluso con la muerte







CONCLUSIONES
1.    Los brujos de Ilamatepeque es un libro de interés para lectores con un espíritu de revolución y con un interés grande en la problemática del país.

2.    Ramon Amaya amador nos deja plasmado un poco de esa época en donde estar en contra del sistema político, social y religioso era un delito penado incluso con la muerte.

3.    Por medio del libro los brujos de Ilamatepeque  Ramon amaya amador se muestra en solidaridad e identificación con los intereses de los más pobres de su tierra, que en esa época, así como en la actualidad sufría las consecuencias de un gobierno dictatorial.







BIBLIOGRAFÍA

-       Los brujos de Ilamantepeque Ramón Amaya Amador.
-       ramonamayaamador.wordpress.com
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